TANA tenía dueño, pero un buen día se levantó con un edema importantísimo en el cuello y, cuando dijeron que tenía leishmania, dijo que no la quería. El edema, una vez se le puso tratamiento, desapareció por completo. Se ha vuelto una perra cariñosa y juguetona. Nunca ha tenido problemas pero, al principio, no se relacionaba ni con los perros ni con nosotros. No tenía miedo, simplemente creemos que no debía estar acostumbrada: solo la tenían para cazar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario